Wednesday, April 7, 2010

Podría EU intentar una intervención "light" de México: Stratfor


Foto: Portada del libro 'The Next War', del analista politico Caspar Weinberger, quien fuera secretario de defensa de Ronald Reagan y despues editor en jefe de la revista Forbes, en el cual se detalla en un contexto 'ficticio' una invasion 'de bajo impacto' a Mexico para detener la expansion de los carteles del narcotrafico.
Esta pieza de 'ficcion' fue escrita en 1996, y quien crea que los miembros de la elite gastan su tiempo escribiendo 'ficcion' es un imbecil.


El analista George Friedman asegura, entre otras cosas, que la sociedad mexicana entera se beneficia del dinero procedente del narcotráfrico y que en conjunto con el gobierno ha aprendido a convivir con la violencia y la tolera a cambio de los pingües beneficios consistentes en miles de millones de dólares provenientes de Estados Unidos. Afirma que se contempla la posibilidad de una intervención norteamericana en México, con todo lo que ello implica.

En su artículo para Stratfor del pasado martes 6 de abril, Friedman analiza el problema del narcotráfico y su incidencia en ambos países, y afirma tajante que Estados Unidos es incapaz de acabar con el consumo de drogas en su territorio, o en todo caso legalizarlas, pues la sociedad norteamericana no está preparada para una medida como ésa.

En su análisis, el especialista en política internacional, fundador y director de la agencia Strategic Forecast (Statfor) deja muy mal parado al Gobierno de México, a sus corporaciones policiacas, al Ejército y a toda la sociedad mexicana en general, y sostiene que Estados Unidos está en la encrucijada entre quedarse con ese estado de cosas o intervenir e imponer un gobierno central en México. Entre ambas opciones, dice sospechar que se está contemplando por parte del gobierno estadounidense muy seriamente la posibilidad de optar por la última.

A continuación se transcribe el artículo de Friedman:

»Stratfor sostenía en marzo del 2008 que México estaba cerca de ser un estado fallido. Un estado fallido es aquél el en que el gobierno central ha perdido el control sobre áreas significativas del país y el Estado es incapaz de funcionar.

Revisando esta cuestión, pareciera que el gobierno mexicano ha perdido el control del norte de México sobre las organizaciones de tráfico de drogas, que tienen un poder significativamente más grande en esa región que las fuerzas gubernamentales. Por otra parte, la habilidad del gobierno central para afirmar su voluntad en contra de estas organizaciones se ha debilitado hasta el punto de que las decisiones tomadas por el Estado contra los cárteles no están siendo implementadas, o están siendo implementadas de una manera que podría llevar al fracaso.

A pesar de estos hechos, no está claro para Stratfor que México se está convirtiendo en un estado fallido. Por el contrario, parece que el Estado mexicano se ha acomodado a la situación. En vez de fallar, ha desarrollado estrategias designadas tanto para capear la tormenta como para optimizar los beneficios de esa tormenta para México.

Primero, mientras el gobierno mexicano ha perdido el control sobre lo que tiene que ver con las drogas y con los estados fronterizos con Estados Unidos, la Ciudad de México y otras regiones -regiones ajenas a la lucha contra las drogas- no han colapsado (a pesar de que su falta de control sobre las drogas podría muy bien extenderse eventualmente a otras áreas). Segundo, mientras las drogas transforman las instituciones mexicanas dramáticamente, ello también –paradójicamente- estabiliza a México. Necesitamos examinar estas corrientes para entender el status de México.

El corazón del problema en México

Comencemos por entender el problema central. Estados Unidos consume vastas cantidades de narcóticos, ilegales o no. Las drogas derivan de productos agrícolas de bajo costo que se convierten en consumibles con un procesamiento mínimo. Con su larga, compartida frontera con Estados Unidos, México se ha convertido en un mayor cultivador, procesador y exportador de narcóticos. Debido a que las drogas son ilegales y por lo tanto fuera de los procesos normales de comercialización, su precio es determinado tanto por su ilegalidad más que por su costo de producción. Esto implica extraordinarios beneficios por mover drogas desde el lado mexicano de la frontera a los mercados del otro lado.

Quien controle la cadena de distribución de los campos de cultivo a las instalaciones de procesamiento y sobre todo a través de la frontera, podrá hacer enormes cantidades de dinero. Las organizaciones mexicanas –llamados cárteles, aunque no funcionan realmente como tales. Los cárteles reales comprenden al menos un grado de cooperación entre los productores, no una guerra abierta- ven por sus propios negocios. Éstas están compitiendo, cada uno con su propia cadena de distribución.

Generalmente, la competición entre empresas envuelve bajos precios con calidad cada vez mejor. Esto produciría pequeños pero crecientes beneficios en su conjunto, mientras se reducen dramáticamente los precios. Un creciente mercado compartido compensaría los precios bajos. De manera similar, la demanda es la solución normal para la competencia desleal. Pero no es el caso respecto a los bienes ilegales.

La mejor forma de incrementar los beneficios del contrabando no es a través de los mecanismos de mercado tradicionales, sino por medio de cadenas de producción competidoras entre sí. Habida cuenta de los márgenes de beneficio envueltos en esta actividad, para las personas que buscan el control de las cadenas de distribución de drogas podría ser irracional no participar en ellas, dado que la solución para obtener precios más bajos podría ser tomar control de estas cadenas de distribución por la fuerza. Así, cada organización contrabandista tiene una organización paramilitar adjunta designada para proteger su propia cadena de distribución para aprovechar las cadenas de distribución de sus competidores.

El resultado es una guerra en curso entre organizaciones rivales. Dada la cantidad de dinero que puede hacerse distribuyendo sus productos a las ciudades norteamericanas, estas organizaciones paramilitares están bien armadas, bien dirigidas y bien motivadas. Pertenecer a tales grupos paramilitares ofrece a los jóvenes pobres extraordinarias oportunidades de hacer dinero, mucho mejores que las disponibles para ellos en actividades legítimas.

La furiosa Guerra en México deriva lógicamente de la existencia de mercados par alas drogas en Estados Unidos; el bajo costo de los materiales y procesos requeridos para elaborar estos productos, y los extraordinariamente favorables beneficios económicos de mover narcóticos a través de la línea fronteriza. Esta guerra está concentrada en el lado mexicano de la frontera, pero desde el punto de vista de los mexicanos, no amenazan fundamentalmente los intereses de ese país.

Una lucha lejana del corazón de México

El corazón de México está en el sur, lejos de la región norteño. El norte es una region desértica del altiplano que está un poco menos poblada que el resto del país y es visto desde la Ciudad de México como una frontera exótica entrelazada con Estados Unidos más que con otras partes de México. De acuerdo con esto, la furiosa guerra existente en esa región no representa una amenaza directa para la supervivencia del régimen mexicano.

En efecto, las guerras que se están librando benefician de alguna manera a México. The El monto de dinero generado en México es impresionante. Se estima que es de entre 7 mil y 8 mil millones de dólares anuales, y los márgenes masivos de ganancias envueltos en estas sumas son incluso más significantes, tomando en cuenta que el sector manufacturero produce ingresos por exportación de 8 mil millones de dólares al año. Asumiendo un generoso 10 por ciento de margen de beneficio, el total de ganancias podría ser de 800 millones de dólares por año. En el caso de los narcóticos, sin embargo, los márgenes de ganancia son estimados, conservadoramente, de cerca del 80 por ciento.

De esta manera, el beneficio neto por los 8 mil millones podría ser de 6 mil 400 millones de dólares, equivalente a lo que producirían las exportaciones del sector manufacturero si éstas fueran por 64 mil millones de dólares por año.

Estimando el impacto del dinero producto de las drogas en México, se debe por tanto tener en mente que las drogas no pueden ser comparadas con cualquier producto de exportación convencional. En el comercio de drogas hay márgenes de ganancia tremendamente altos, lo que implica que su total impacto en México supera ampliamente aun el estimado total de ventas, incluso si los márgenes crecen sustancialmente.

En su conjunto, México resulta tremendamente beneficiado del mercado de las drogas. Incluso si algunos de sus beneficios son invertidos “en ultramar”, la “alberca” del dinero restante fluye hacia México y crea una gran liquidez en la economía del país en medio de la recesión global. Es muy difícil seguir el rastro del dinero de las drogas, por su naturaleza ilegal. Ciertamente, los líderes de las drogas querrían su dinero en una jurisdicción donde no se les pudiera incautar aunque les fuera detectado. La ley de extinción de dominio en Estados Unidos para el tráfico de drogas hace de este país un destino poco probable. Aunque el dinero fluye con claridad de México, la habilidad de los contrabandistas para influir en el comportamiento del gobierno mexicano para invertir en ello hace de México un destino probable para una sustancial porción de esos fondos.

El dinero, sin embargo, no vuelve a las manos de los sicarios que actúan en la frontera, aunque sus jefes manejen fondos de tal magnitud. Y mientras el dinero puede ser -y a menudo así es- empacado y escondido, su valor está en su uso. Al igual que con el dinero ilegal en todas partes, el fin es lavarlo e invertirlo en empresas legítimas donde a la vez puede rendir más dividendos. Eso significa que tiene que entrar en la economía normal a través de instituciones legalmente establecidas –bancos y otras entidades financieras- y entonces ser redistribuidos en la economía. Esto no es muy diferente de las prácticas de la mafia Americana durante la prohibición.

La Guerra de las drogas y los intereses nacionales de México

Desde el punto de vista de México, interrumpir el flujo de drogas a Estados Unidos no es claramente el interés nacional de la élite económica. Los observadores a menudo señalan la guerra entre organizaciones criminales en la frontera norte pero raramente el flujo de dinero americano a México. Ciertamente, ese dinero podría corromper al Estado mexicano, pero otro de los comportamientos del dinero es que está acumulado e invertido donde genera salud y empleos.

Para el gobierno mexicano el estar dispuesto a cerrar ese flujo de dinero, la violencia tendría que hacerse más extensa geográficamente. Y dada la dificultad de terminar con el tráfico de drogas -y que muchos en los aparatos de seguridad y militar se benefician de ello- se puede extraer una conclusión obvia: a saber, es difícil prever escenarios en los que el gobierno mexicano podría o debería poner un alto al tráfico de drogas. En lugar de eso, México aceptará el sufrimiento y los beneficios del tráfico de drogas.

La política de México es consistente: todos los esfuerzos que hace por aparentar que está tratando de parar el tráfico de drogas son para no ser acusado de que en realidad lo está apoyando. El gobierno no se opone a desmantelar uno o más de los grupos de contrabandistas mientras el ingreso total de efectivo no disminuya. Esto demuestra a Estados Unidos los esfuerzos (aunque insuficientes) para hacer frente a al narcotráfico, mientras acusa varios problemas reales con sus aparatos militar y de seguridad y con sus oficiales en la Ciudad de México.

Estos dos puntos son simultáneamente para Estados Unidos la causa del problema, dada la falla de Washington en controlar la demanda de droga o de reducir los precios legalizándola. Y si las masivas cantidades de dinero que entran a México son como resultado de esa falla de Estados Unidos, es claro que México no las va a rechazar.

El problema con la milicia Mexicana o la policía no es la falta de entrenamiento o equipo. No es la falta de liderazgo. Estos elementos podrían significar algún problema, pero lo son únicamente si interfieren con la implementación de la política nacional de México. El problema es que estas fuerzas están personalmente desmotivadas de tomar los riesgos necesarios para ser efectivas porque se benefician más siendo inefectivas. No es incompetencia, sino una política nacional aplicada racionalmente.

Por otra parte, México tiene históricas quejas contra Estados Unidos que datan de la guerra méxico-americana. Éstas han sido exacerbadas por la política de inmigración de Estados Unidos, que los mexicanos ven como insultante y como una amenaza para su política de exportación de mano de obra excedente hacia el norte. Así, no hay deseos de resolver el problema de los americanos. Ciertamente hay individuos en el gobierno mexicano que desean parar el tráfico de drogas y el flujo de miles de millones de dólares. Ellos tratarán pero no tendrán éxito, ya que hay mucho en juego.

Hay que ignorar las declaraciones públicas y las promesas de brindar seguridad, y en su lugar observar las cosas en el campo de los hechos para entender qué es lo que realmente está sucediendo.

El problema de estrategia de Estados Unidos

Y esto deja a Estados Unidos con un problema de estrategia. Hay algunas pláticas entre la Ciudad de México y Washington sobre los intereses americanos por dar fin al narcotráfico dentro de México (a pesar de que los cárteles, con todo y ese extraño nombre, tienen cuidado de no participar en una significativa violencia al norte de la frontera o, cuando sucede, hacerlo solapadamente para reducir la presión de Estados Unidos hacia México).

Esto es ciertamente algo a lo que los mexicanos podrían verse atraídos, pero no está claro si los americanos tendrían más éxito que México. Lo que sí está claro es que cualquier intervención de Estados Unidos podría convertir a los traficantes de droga mexicanos en patriotas peleando otra incursión yanqui. Hay que recordar que Pershing nunca atrapó a Pancho Villa, y en cambio contribuyó a convertirlo en un héroe nacional en México.

Estados Unidos tiene algunas opciones. Podría aceptar este “statu quo”; podría idear cómo reducir la demanda de drogas en su territorio mientras éstas sean ilegales. Podría legalizarlas, de esta manera se propiciaría una baja en el precio y se terminaría la motivación para el narcotráfico. Y podría trasladar su poder a México e intentar imponer un gobierno a su voluntad, así como un sistema bancario, una policía y una fuerza militar, que se benefician del tráfico de drogas.

Estados Unidos no sabe cómo hacer para reducir la demanda de drogas. Estados Unidos no está preparado para reducir la demanda de drogas. Estados Unidos no está preparado para legalizar las drogas. Esto significa que la elección se encuentra entre quedarse en ese “statu quo” y una compleja e incierta (por decir lo menos) intervención. Se tiene la sospecha de que Estados Unidos va a intentar alguna versión limitada de la segunda opción; mientras tanto sigue con su estrategia actual de convivir con el problema.

Al final, México será un estado fallido únicamente si usted acepta la idea de que la meta es aplastar a los narcotraficantes. Si, por otro lado, uno acepta la idea de que toda la sociedad mexicana se beneficia del flujo de miles de millones de dólares estadounidenses (incluso si hay que pagar un precio por ello), entonces el Estado mexicano no ha fallado –sólo está siguiendo una estrategia racional para tornar un problema nacional en una ventaja nacional«.

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