Friday, February 26, 2010

Carlos Salinas: '80% de la banca responde al extranjero'


“Siempre se dice que antes era más sencillo, pero lo que hay que hacer es encontrar cómo limar asperezas, cómo encontrar coincidencias a partir del cumplimiento de los compromisos asumidos para proceder a la construcción de acuerdos”, dice Carlos Salinas de Gortari en su biblioteca de la casa de Camino a Santa Teresa. Se trata, insiste, de ejercer la voluntad de servicio desde el ejercicio del poder y no traicionar esos compromisos. Pero sucede que aquel Ejecutivo de su época tenía atribuciones que este Ejecutivo ya no tiene, le señalamos. “Qué curioso dice, a lo mejor no conozco todas las reformas constitucionales que se han hecho, pero no he sabido que se hayan cambiado mucho las facultades del ejercicio del titular”. ¿Y las facultades metaconstitucionales?. “Ah responde con una amplísima sonrisa, esas no están escritas en ningún código que las norme, y yo creo que al final del día son parte del ejercicio de la responsabilidad que se tiene”.

Entrevistamos al ex presidente Salinas poco después de su intervención en una conferencia sobre la privatización bancaria, en la que insistió en que el país no puede tener 80 por ciento de su sistema financiero en manos extranjeras. Este jueves no quiere hablar de política, aunque es casi imposible no hacerlo con Carlos Salinas. Quiere hablar del pasado y del futuro de la banca mexicana, pero también quiere ajustar las cuentas con ese pasado.

“Ningún país del mundo industrializado permite que el 80 por ciento del sistema financiero esté en manos extranjeras, porque entonces las subsidiarias de esos bancos en nuestro país tienen que ajustarse a los requerimientos de sus matrices, y nadie quiere que el corazón de su sistema económico esté bajo control de los de afuera”, dice Salinas de Gortari.

El ex Presidente está convencido de que en el manejo de la crisis del 95 se manipularon las tasas de interés por decisión del gobierno estadunidense, condiciones que fueron aceptadas por el presidente Zedillo y que eso generó el desorbitado costo social de la crisis, al aumentar las tasas de interés de 7 a 110 por ciento por instrucciones de Robert Rubin y Larry Summers, secretario y subsecretario del Tesoro estadunidense durante la administración Clinton.

Y eso provocó, agrega, dos fenómenos: una enorme expulsión de mano de obra barata que emigró a Estados Unidos, y que en buena medida explica el boom inmobiliario en los años posteriores, y la privatización de la banca, porque nuestros banqueros quebraron y los bancos se quedaron en manos extranjeras.

“Casualmente, el señor Rubin cuando deja el Departamento del Tesoro, pasó a ser miembro del banco que compra la joya de la corona de la banca mexicana que había quebrado por la crisis del alza de las tasas de interés.”

—¿Qué tanto peligro puede haber en que 75-80 por ciento de la banca mexicana sea en realidad extranjera?

—En ningún país del mundo el 80 por ciento del sistema financiero está en manos extranjeras. Recuerdo que cuando procedimos a la privatización de la banca, Pedro Aspe, mi secretario de Hacienda de entonces, hizo una gira internacional y tuvo una conversación muy interesante con la señora (Margaret) Thatcher, entonces primer ministro del Reino Unido, que era, es el prototipo del neoliberalismo. La señora Thatcher le dijo a Aspe: “Mire usted, pueden privatizar los bancos, pero nunca, nunca puede dejar en manos extranjeras sus dos principales instituciones financieras, porque los bancos son el corazón del sistema económico, son los que bombean la sangre que permite los intercambios que se requieren para la actividad económica, y usted le decía la señora Thatcher a Pedro, no quiere que cuando haya un problema en Nueva York o Madrid que son los ejemplos que ella utilizó, pues éstos repercutan dentro de su sistema financiero y ustedes sufran las consecuencias de lo que sucede en otras latitudes”.

Esto fue al principio de los años 90 dice Salinas, y 15 o 18 años después nos encontramos con una crisis financiera mundial donde en metrópolis de los grandes países desarrollados, léase Nueva York, Madrid, París, Berlín, tienen una crisis de sus bancos, los cuales los han intervenido sus gobiernos, que son los que están dictando políticas que responden a sus intereses, y por lo tanto las subsidiarias en nuestros países tienen que ajustarse a los problemas de allá y no a las necesidades de aquí.

Le decimos que Carlos Slim asegura que existe en México el capital suficiente para financiar los programas de desarrollo, pero que faltan estímulos, programas para hacerlo. Salinas cree que falta financiamiento. “Hay que preguntarle a la mayoría de pequeños y medianos empresarios mexicanos si cuentan con los recursos financieros que requieren para ampliar sus empresas, para capital de trabajo, para sus intercambios, y las cifras nos muestran que desde el momento en que quiebra la banca privatizada por la crisis del 95 a seis años después, cuando ya está toda extranjerizada, el financiamiento en México se secó, pasó de 10 por ciento del PIB a 0.5 por ciento. Los empresarios mexicanos se quedaron sin recursos para su financiamiento. Pero coincido en que sí existen los recursos”.

No quiere el ex Presidente que se vea su postura como una oposición a los bancos extranjeros en México. “Lo más importante de entender aquí es que no es una expresión en contra de la presencia de bancos extranjeros. Nosotros los permitimos cuando llevamos a cabo la negociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Lo que usted no quiere es que sus principales instituciones financieras reciban sus directrices de una matriz que está afuera, que lo único que le interesa es que le remitan las utilidades, y por lo tanto escasee el financiamiento aquí”.

—¿Hay empresarios dispuestos a invertir nuevamente en los bancos mexicanos luego de la crisis que vivieron?

—Hay bancos en México propiedad de mexicanos, y están teniendo una actividad importante. El punto que yo enfatizaba es el sistema de pagos, y ése está vinculado con las dos o tres principales instituciones bancarias que en México son propiedad extranjera. El punto es que yo considero que sería muy importante que estuvieran en manos de mexicanos para responder a las necesidades de los mexicanos. Y nuestros empresarios han demostrado que a pesar de estos años tan difíciles, han encontrado los espacios para invertir, para salir adelante, para crear nuevas oportunidades de empleo y de trabajo. Estoy convencido de que hay empresarios mexicanos con la capacidad para dirigir la banca y con los recursos para invertir en ella y que fluyan esos recursos para beneficio de los mexicanos.

En la conferencia de Carlos Salinas, del martes pasado, quedó implícito que la intención original del alza de las tasas de interés en la crisis del 95 fue que finalmente la banca quedara en manos extranjeras.

—¿Realmente fue así?.

—Yo cito en mi conferencia el texto autobiográfico del entonces secretario del Tesoro de Estados Unidos, Robert Rubin, quien escribe en sus memorias que él le llamo al Presidente de México y le dijo: “Reciba al subsecretario del Tesoro de Estados Unidos, quien le va a decir lo que se tiene que hacer para que ustedes salgan adelante”. ¿Y qué mensaje nos trajo a los mexicanos ese subsecretario del Tesoro? Pues que había que subir las tasas de interés. Y así lo escribe Bob Rubin, sin ningún rubor. Rubin da los nombres, dice que su subsecretario entraba con gran secrecía a Los Pinos, la residencia oficial del Presidente de México, así está escrito en el libro y que en la conversación del subsecretario Larry Summers, hoy todavía participando en medio de esta crisis financiera mundial, le dice al presidente de México, Ernesto Zedillo: “Oiga, su equipo en Washington no quiere aumentar las tasas de interés como se requiere, hay que subirlas”, y el Presidente de México le responde que está de acuerdo. Y luego de esa reunión, las tasas de interés en México suben del 7 por ciento al 110 por ciento de un golpe. ¿Cuántos mexicanos quebraron en sus empresas, cuántas familias perdieron sus casas, sus automóviles, sus enseres domésticos, sus oportunidades de poder tener una vida digna, por esta decisión que, de acuerdo con el señor Rubin en sus memorias, fue impuesta por el gobierno de Estados Unidos al gobierno de México?

—Pero también quebró la gran mayoría de los banqueros que habían comprado los bancos unos años atrás.

—Se dijo entonces que los bancos habían quebrado por las carteras vencidas, por el mal crédito que habían dado, hoy sabemos que había un problema de cartera, pero no era una crisis sistémica, explotó la cartera por el aumento de las tasas de interés. Y hubo dos consecuencias principales: con las quiebras de empresas y familias, cinco millones de mexicanos salieron a partir de entonces como migrantes a buscar empleo en Estados Unidos, y, segundo, al quebrar los bancos en México, el gobierno decidió entonces que para “salvarlos” había que entregarlos a los extranjeros. Es decir, con esta política impuesta de fuera recibieron dos beneficios esos extranjeros: mano de obra mexicana barata en Estados Unidos que contribuyó al boom inmobiliario, a la construcción de viviendas baratas en Estados Unidos, que se convirtieron en un negocio extraordinario, de ahí salió el negocio de las hipotecas que los llevó a tener ahora esta crisis monumental, y la segunda consecuencia fue que al quebrar la banca, esa banca que era de mexicanos acabó en propiedad de bancos extranjeros, algunos norteamericanos, donde casualmente el señor Rubin cuando deja el Departamento del Tesoro pasa a ser miembro del banco que compra la joya de la banca mexicana, que había quebrado por la crisis del alza de tasas de interés.

—Pero, ¿cuál sería el riesgo de que la banca esté en manos de instituciones financieras?

—Hace falta financiamiento, tanto para los consumidores como para los productores mexicanos, ese es el problema inmediato. Pero el problema o el reto sistémico, como ahora les gusta llamarlo, es que el sistema de pagos esté en manos de mexicanos.

—Quiere decir que al tener matrices en el extranjero el compromiso de esos bancos es con sus casas matrices y no con el desarrollo a largo plazo del país.

—El compromiso es con sus accionistas, es la obligación de cualquier empresa, y si son estas sucursales propiedad de extranjeros, el compromiso va a ser con los accionistas de allá, con los intereses fuera de México. No quiere decir que aquí haya maldad, es una cuestión natural.

—No es teoría de la conspiración de lo que estamos hablando.

—Es sencillamente que es importante que el sistema de pagos esté en manos de mexicanos para que sirva a los intereses de los mexicanos, esa es una parte. Pero la otra es que cuando surgen problemas en las matrices, las decisiones se toman en el interés de la matriz sin importar la subsidiaria. Eso quiere decir que cuando entran en problemas, como hoy con esta crisis financiera mundial, las decisiones las está tomando la Reserva Federal de Dallas o de Nueva York sobre circunstancias que afectan a los productores de Toluca, de Puebla o del resto del país.

—Es entonces cuando nos preguntamos qué sucede con la regulación, ¿qué hacen los reguladores mexicanos, cómo pueden regular a bancos que tienen sus casas matrices fuera del país y se terminan regulando por la Reserva Federal de Dallas?

—En los hechos los reguladores mexicanos acaban siendo una subsidiaria de los reguladores de los países donde están las matrices de los bancos. Ya lo vimos en 2008, a partir de la crisis de Lehman Brothers, vino la quiebra generalizada de los grandes bancos del mundo industrializado en Estados Unidos, en Francia, en Alemania, en España, en Italia, quebraron en todos lados y entonces sus reguladores en sus países les dijeron: “Te tienes que recapitalizar, tráete tus utilidades donde las tengas y las usas para recapitalizarte, para proteger los intereses de los de aquí”. ¿Qué ha sucedido?, pues que succionaron los recursos y se fueron para allá, y las necesidades locales dejaron aquí…

—Pero dicen las subsidiarias mexicanas que no ocurrió así. Banamex y Bancomer dicen que ellos no enviaron recursos a sus casas matrices. ¿Usted qué dice?

—¡¿Ah no?!, qué interesante, por qué entonces vemos que las cifras que publican en sus reportes nos dicen que las matrices en México representan alrededor de 5-8 por ciento del valor total de los bancos internacionales, pero remiten el equivalente al 20 o 25 por ciento del total de las utilidades. Por eso les dicen las joyas de la corona, esos bancos están aquí, y grandes utilidades salen de aquí para adornar los balances de las matrices allá. Y repito, quiero ser muy enfático, no estoy en contra de la presencia de bancos extranjeros que compitan aquí para hacer más eficiente a la banca mexicana y darle un mejor servicio a los consumidores y a los empresarios mexicanos. No, la cuestión esencial es quién controla el sistema de pagos del país, y mi fundamento es que tiene que estar en manos de mexicanos.

—¿Cómo relacionar todo esto con las políticas públicas?

—Ese es el punto central, esas políticas públicas que queremos que respondan a los intereses de los mexicanos, no a los intereses de las matrices que están fuera, y en el momento en que puedan reunirse los capitales y encontrar la oportunidad para adquirir estos bancos y ponerlos en manos de mexicanos, para que se orienten definitivamente a atender políticas públicas a beneficio del interés de México. Tampoco quiero decir que los bancos extranjerizados en México estén ni mal manejados ni cosa por el estilo, han tenido profesionales al frente, gente muy talentosa, que ha buscado aportar recursos para las demandas que se han hecho aquí dentro de México, quieren hacer negocio y por lo tanto responder a las demandas de inversionistas o de consumidores aquí en México, pero al final del día las decisiones responden a los intereses de las matrices, eso es inevitable, garantiza que ésta crezca fuera del país.

—¿Qué habría que hacer para transformar esa situación?

—Algunos han hablado de volver a nacionalizar; qué curioso, cuando viene la crisis de 2008, en el mundo industrializado usan una palabra que nos ha sorprendido a todos y dicen hay que nacionalizar para salvar al mercado, ¡wow!, eso podría antojarse como un contrasentido, pero es lo que hicieron para salvar al sistema de mercado en el mundo financiero, en la práctica nacionalizaron sus mercados. ¿Y qué sucedió? Que ahora los gobiernos de los países industrializados son los dueños de los bancos en Estados Unidos, en Francia, en el Reino Unido, en España y al final del día las matrices no son propiedad ni de accionistas extranjeros, son propiedad del gobierno.

—Pero eso fue porque los gobiernos le tuvieron que meter dinero para que no quebraran los bancos.

—¡Qué buena lección esa para México, lo bueno hubiera sido que aquí el gobierno le metiera dinero y se quedara con los bancos y los hubiera vuelto a vender a mexicanos. En lugar de eso los remataron y los entregaron a extranjeros!

—Esto genera un problema adicional, legalmente los grandes bancos pueden ser de subsidiarias de empresas extranjeras, pero no de gobiernos extranjeros.

—En el año 92 modificamos la ley para que ningún gobierno extranjero pudiera ser propietario de bancos en México, ¿y qué ha sucedido?, que con esta tesis de nacionalizar para salvar al mercado, los gobiernos se han vuelto en los países industrializados propietarios de los bancos, y ahora resulta que las matrices están en manos de los gobiernos de esos países. Y, ¡oh paradoja!, esos mismos gobiernos no han aceptado que ningún extranjero les compre sus bancos, no han dejado ni a los llamados fondos soberanos de los países petroleros, no los dejan invertir. Incluso hemos escuchado que algunos empresarios de México, de Brasil, han dicho: “Queremos comprar”, pero no los han dejado los gobiernos porque han considerado de interés nacional que ningún extranjero sea propietario de alguno de sus principales bancos. Allá no, pero aquí sí que resultó lo mismo que con el alza de interés en 95: nos la impusieron a nosotros de manera explosiva hasta de 110 por ciento, pero el año pasado que ocurrió la crisis internacional, el mismo señor Summers, según recordaba Roberto Hernández en una cena que tuvimos, exigía que se bajaran las tasas de interés en Estados Unidos como finalmente se hizo, y hoy están al nivel de cero por ciento, o sea que allá aplicaron la medida totalmente contraria a la que aquí nos impusieron.

—¿Qué hay que hacer hacia adelante, qué hay que hacer con los bancos que tenemos ahora, qué se podría o qué se debería hacer?

—Una parte muy importante se encuentra en vías que no sean las de nacionalizaciones ni estatizaciones, que es el golpe que yo le llamo del péndulo: cuando el mercado no funciona, el pendulazo para que intervenga el Estado; cuando el Estado abusa, el pendulazo para que le vuelva a dar al mercado. Lo que necesitamos es una política consistente que piense sobre todo en los intereses del país y en la sociedad organizada en beneficio para el ciudadano día a día, y que tenga una estructura financiera que los sirva, no que se sirva de él, un Estado que lo atienda, no que lo atienda para su propio beneficio, y un mercado que responda a los intereses sociales y no a los abusos particulares.

—Hay una propuesta del PRI, creo que la presentó Beltrones, que dice: “Hay que darle un tiempo, un lapso a los bancos, que haya posturas a ver quiénes compran las acciones para que quede el capital mayoritario del banco en accionistas nacionales”.

—Pues me parece una posición acertada, la de ir buscando mecanismos incluso del propio mercado que permitan el reposicionamiento de mexicanos dentro de la estructura del sistema financiero.

—Un sistema dentro del cual esos grandes bancos tengan participación mixta, pero con capital nacional mayoritario.

—Con mecanismos de mercado, no de estatización, en eso yo quiero ser muy enfático, no quiero volver a hacer un Estado sobrepropietario. ¿Por qué privatizamos la banca? Porque el mexicano estaba lleno de necesidades y el Estado, lleno de propiedades, lo que dijimos es: “Vamos a usar los bienes públicos para remediar los males sociales”, y en lugar de que el Estado estuviera pensando cuánto gastaba en modernizar su línea de aviación y en mejorar sus hoteles y hasta restaurantes y algunos cabarets o en administrar mejor sus bancos o que el Estado actuara para ver cómo introducía agua potable en las colonias y mejorar la vivienda y apoyar el desarrollo rural y mejorar la salud de los mexicanos y fortalecer el sistema educativo, el Estado se llenaba de propiedades y el pueblo, a padecer sus necesidades.

—¿Cuáles fueron los errores en la privatización de la banca que no habría que volver a cometer?

—He reconocido que la regulación tenía que haberse fortalecido más aprisa; en materia de capitalización revisar la propia estructura de la misma; fallaron algunos de los adquirientes de la banca, se hizo un estereotipo de que los bancos se habían privatizado por decisión discrecional a amigos, eso fue falso. Los bancos se privatizaron por subasta pública, se precalificaron los participantes y sí hubo algunos que no tuvieron la capacidad para manejar bien sus bancos, fue la décima parte de todos los que participaron en el proceso de la privatización, que fueron 135 mil accionistas los que entraron, pero ante esos errores lo que se requería era tiempo para que siguieran depurándose aquellas acciones que no habían funcionado bien, en eso vino la crisis de 85, el error de diciembre de 94 y no hubo tiempo para corregir errores, sino para adoptar esas políticas que acabaron quebrando a tantas familias y empresas.

—Se habla en estos días de reformas políticas, de reformas fiscales, de reformas laborales; para poder tomar este curso, esta línea de acción, ¿se requiere realizar reformas legales o se puede operar con la legislación vigente?

—Creo que es cosa de que los expertos y conocedores analicen con cuidado el marco reglamentario y las prácticas cotidianas y decidan cuáles requieren reformas legales y cuáles son aquellas decisiones administrativas que se necesiten. Pero todo llama a la necesidad de construir consensos, es decir sentarse, dialogar, establecer las diferencias, enfatizar las coincidencias y armar una estrategia a partir de los consensos construidos que permitan que se puedan tomar estas decisiones y se puedan llevar a la práctica. Déjeme regresar a algún ejemplo del pasado, nada más para ilustrar las necesidades del Presidente del futuro: cuando nosotros decidimos privatizar la banca no teníamos la mayoría constitucional en el Congreso para hacer esas reformas, tuvimos que dialogar con otros partidos. Y nos sentamos a dialogar con ellos, con el PAN. Les explicamos y convencimos a los panistas de que esta privatización no se hacía por ideología, sino para enfrentar los males sociales, y que convenía para el país. Y una vez armado este consenso, el 80 por ciento de los diputados votaron a favor de la privatización de la banca.

—Pero, ¿se pueden establecer esos acuerdos cuando al mismo tiempo en la política nacional los dos principales partidos entran en una confrontación con sistemas de alianzas antipartidos?, ¿no se rompen las posibilidades de acuerdo cuando se trabaja electoralmente?

—Yo creo que toda negociación requiere de entender sus circunstancias.

—Pero en aquél entonces el PRI y el PAN no estaban tan enfrentados como en este momento.

—Siempre se dice que antes era más sencillo, pero en fin, lo que hay que encontrar es cómo limar esas asperezas, cómo encontrar coincidencias a partir del cumplimiento de compromisos asumidos, y entonces proceder a la construcción de los acuerdos.

—¿Se cumplían los compromisos en ese entonces?
—Tenían que cumplirse porque de otra manera no se avanzaba. Por ejemplo, la reforma de la banca de entonces fue la primera, se asumieron compromisos y se lograron las votaciones. Gracias a que se cumplieron fuimos a las siguientes.

—Muchos analistas dicen que lo que sucede es que aquel poder Ejecutivo tenía atribuciones que este poder Ejecutivo ya no tiene.

—Qué curioso, a lo mejor es porque no conozco todas las reformas constitucionales que se han hecho, pero no he sabido que se hayan cambiado mucho las facultades del ejercicio del titular…

—Hablan de las facultades metaconstitucionales

—Ah, pues ésas no están escritas en ningún código que las norme, yo creo que al final del día son parte del ejercicio de la responsabilidad que se tiene.

—¿Del ejercicio y de la voluntad de poder?

—De la voluntad de servicio.

Una parte muy importante se encuentra en vías que no sean las de nacionalizaciones ni estatizaciones, el golpe que yo le llamo del péndulo: cuando el mercado no funciona, el pendulazo para que intervenga el Estado; cuando el Estado abusa, el pendulazo para que le vuelva a dar al mercado.”

¡Qué buena lección esa para México (que los gobiernos inyectaron recursos a los bancos), lo bueno hubiera sido que aquí el gobierno le metiera dinero y se quedara con los bancos y los hubiera vuelto a vender a mexicanos. En lugar de eso los remataron y los entregaron a extranjeros!

Con esta política impuesta de fuera (elevar las tasas) recibieron dos beneficios esos extranjeros: mano de obra mexicana barata en EU, que contribuyó al boom inmobiliario (...) de ahí salió el negocio de las hipotecas, y que al quebrar, esa banca que era de mexicanos acabó en propiedad de extranjeros.”

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